El terrorismo internacional continúa siendo una de las principales amenazas a las que se debe enfrentar cualquier Estado. El auge de las redes sociales desde hace más de una década y el incremento exponencial del tiempo que hemos pasado en Internet en este último año, provocado por la crisis sanitaria a causa de la COVID-19, han puesto en el punto de mira a las actividades de (auto)adoctrinamiento de naturaleza yihadista que podemos encontrar en el ciberespacio. Así, la necesidad de aceptación, la búsqueda de un motivo vital o la fácil manipulación en la adolescencia se han señalado como factores de riesgo en estos nuevos y sofisticados procesos de aleccionamiento.