La Nueva Realidad: ¿Cómo entender las dinámicas de la Desinformación y de las Operaciones de Influencia?

Autor: Nuria Portero Alférez

Resumen: Conocer nuestro entorno y sus dinámicas a la perfección nos permite elegir las herramientas más beneficiosas. Por ello, en esta sociedad marcada por la digitalización y las noticias manifiestamente falsas, valernos de todas las herramientas para conocer y combatir al enemigo debe ser un atributo esencial de ciudadano comprometido con la información.

Palabras Clave: Desinformación, PSYOPS, Redes Sociales, técnicas.

 

La guerra de la información se está convirtiendo en un fin que permite fortalecer la narrativa propia; atacando, desestabilizando, distorsionando y dividiendo a los Estados, sus sociedades y los valores rivales a través del ciberespacio.

Muestra evidente de ello es la nueva revolución tecnológica que se está dando en el siglo XXI, configurando las nuevas características esenciales que definen las interacciones humanas; comerciales, políticas y bélicas. De hecho, si a los acontecimientos históricos, le sumamos los estragos sufridos por la pandemia de la Covid-19, es tangible cómo nadie se sorprende al escuchar las palabras “desinformación”, “propaganda” o “operaciones psicológicas”; pues estas se han convertido en el modelo de actuación de actores estatales, no estatales, empresas e individuos.

Ya lo decía Bauman en 1999, este marco ‘líquido’ presenta unas ‘fluctuaciones frenéticas’ de interés, emoción y valores en constante movimiento, que permiten un caldo de cultivo ideal para una guerra de influencias en el ciberespacio, donde los conflictos de intereses y las luchas de los poderes dominantes son evidentes.
Sin duda, la gran ventaja de este escenario digital es su poder multiplicador de los efectos desestabilizadores, al ofrecer una alta conectividad, un bajo coste de entrada, puntos de distribución sin intermediarios, alejado además de todas las barreras físicas o geográficas.

Por ello, las redes sociales, consideradas fuentes inagotables de consumo de información, son una de las plataformas digitales perfectas para la difunsión de información manifiestamente falsa, engañosa y veraz al mismo tiempo. Tanto es así, que nos estaríamos enfrentando a aquello que Byung-Chul Han llama el panóptico digital, síntoma de una disolución de las realidades firmes producidas por el exceso de información, y la viabilidad de su manipulación retroactiva, recogido en su libro la sociedad de la transparencia.

Sin duda, esta situación da fe del poder de difusión e influencia que han logrado las plataformas digitales, a la vez que nos alerta de la grave situación que se puede producir y que de hecho se ha producido. La idea de que compañías tecnológicas generen actividades de reingeniería mental y social para influir directamente en la población (en todos sus niveles), ya no puede ser considerada como un cisne negro sino como situación de alta probabilidad. Por ello, ante esta realidad manifiesta, la misión de la audiencia debe ser, en todos los casos, mantener el estado de alerta y conocer las técnicas más recurrentes de estos actores que buscan influir, para poder así percibirlas previamente y reprimirlas con eficacia.

Las operaciones de influencia son aquellas actividades que, de forma coordinada, integrada y sincronizada se pueden aplicar en tiempos de paz, crisis, conflicto y postconflicto con el objetivo de afectar a los elementos cognitivos, psicológicos, motivacionales, ideológicos y morales que permiten tomar decisiones y cambiar el comportamiento de una audiencia determinada sobre sectores diplomáticos, informativos, militares y económicos, entre otros, conducida por un actor individual o como parte de una operación de influencia que combina varias o múltiples actividades.

Actualmente, los consumidores telemáticos construyen un sistema según el cual exhiben sus vidas, opiniones e intereses (redes sociales, foros, prensa digital…), al tiempo que observan esa misma exhibición en otros, dando lugar a una dinámica retroactiva de juez y acusado, dificultando por tanto el pensamiento objetivo. Por eso se puede determinar que dicha audiencia es el elemento por excelencia de estas operaciones de influencia, ya que toda la mecánica estratégica está sujeta a los efectos que presenta en ella.

El actor que planifique una campaña de desinformación y/o operación de influencia hacia una audiencia objetivo tomará los siguientes pasos:

  • Determinar qué fuentes y canales de información la audiencia considera fiable.
  • Evaluar la estructura de la actitud de la audiencia y su estabilidad.
  • Conocer los mensajes que recibe la audiencia.
  • Determinar cuáles son las fuentes, contenido de mensajes y formatos óptimos para ser aceptados por la audiencia y que puedan llegar a promover cambios de actitud.

No obstante, no se puede olvidar que estas operaciones incluyen una amalgama de sectores y actores (los asuntos públicos, las operaciones psicológicas, las estrategias de comunicación y aquellas operaciones civiles-militares, entre otras) que forman parte intrínseca de la influencia, donde todas ellas deben estar sincronizadas con las actividades de los seres humanos en todas sus categorías.

Paralelamente, dentro de las operaciones de influencia, cabe resaltar las operaciones psicológicas (PSYOPS), las cuales se distinguen por el objeto al que se desee influir y los mecanismos pertinentes. Éstas se definen como: actividades psicológicas planeadas en paz, crisis y guerra que persiguen como objetivo ganar el apoyo y la cooperación de países amigos y neutrales y reducir la voluntad y capacidad de países hostiles o potencialmente hostiles para hacer la guerra.

Sin embargo, aunque las operaciones psicológicas comprendan un mayor espectro que la desinformación, éstas últimas desempeñan un papel primordial con especial relevancia en los medios de comunicación digitales y en las redes sociales. Además, un elemento que las distingue es su metodología, ya que deben contemplarse desde una perspectiva holística que incluya disciplinas tan dispares, y confluyentes, como son la sociología, política, literatura, periodismo o tecnología para poder ser analizada.

 

 

Según la Comisión Europea y dentro del esquema de la difusión de informaciones falsas, se reconoce la importancia de la desinformación cuando se define como: información verificablemente falsa o engañosa que se crea, presenta y divulga con fines lucrativos o para engañar deliberadamente a la población, y que puede causar un perjuicio público.

Para que una campaña de desinformación logre ser exitosa, se deben seguir cuatro pautas:

• Analizar y detectar vulnerabilidades sociales y políticas de un país, es decir, conocer los temas más disruptivos en la audiencia objetivo bajo la estrategia de ‘divide y vencerás’.

• Crear narrativas “transmedia”, en otras palabras, generar narrativas y guiones eficaces capaces de generar resonancia cultural y estética a la audiencia.

• Crear una red de medios propios. La triple estrategia de ‘medios propios, medios pagados y medios ganados’ es la base para una difusión eficaz de los contenidos de una campaña.

• Crear canales de distribución automatizados (bots).

De la misma manera que, en vista de su importancia e impacto, la estrategia de desinformación habilitada en redes sociales debe consistir en el aprovechamiento de la complejidad del dominio del ciberespacio, en la dificultad de percepción entre lo virtual y lo real; y en las difíciles relaciones existentes entre lo internacional y lo nacional.

Por todo ello, los objetivos más destacados de la desinformación consisten en aprovechar la ambigüedad y/o vacío de poder para aumentar las divisiones en la estructura social, modificando por tanto opiniones, preferencias y falseando expectativas de futuro, etc. De esta forma, a través de las redes sociales se puede librar una auténtica “operación militar” que, desde el ámbito de la desinformación, contribuya y facilite a alcanzar los objetivos señalados en un plan de campaña.

La sociedad civil ostenta en las democracias representativas el poder de decisión a través de distintos mecanismos políticos asegurados. No obstante, los ciudadanos pueden verse sometidos a manipulaciones de las que no sean conscientes, y actualmente las distintas campañas de desinformación a las que se enfrentan son la piedra angular del uso de sus capacidades legislativas y de presión pública con fines partidistas. Los poderes fácticos y los Estados son conscientes de esta nueva realidad informativa, y pueden, o bien beneficiarse del desconocimiento social de ella, o promover la concienciación con el fin de no caer en las estrategias de los manipuladores. Hacer una correcta divulgación de sus actividades y movimientos, con el fin de aspirar a un modelo común más próximo a la honradez informativa, resulta una meta a la que aspirar por todos los individuos y colectivos de nuestras sociedades.

 

Nuria Portero Alférez
Analista de Inteligencia | Desinformación | Parlamento Europeo