Entregables de Inteligencia (II) – Narrativa
Autor: Marta Mallavibarrena
Resumen
Continuando con la importancia de los entregables de inteligencia como reflejo del trabajo realizado durante una investigación, es esta ocasión nos centramos en la narrativa o story telling. Una vez obtenida y analizada la información, se debe prestar especial atención a la manera en que se explica, creando una narrativa, contando una historia, que permita al decisor comprender de forma clara y eficaz aquello que se presenta. El objetivo de este artículo es presentar algunas directrices generales en las que apoyarse a la hora de redactar este tipo de entregables.
Palabras clave: inteligencia, análisis de datos, narrativa, informes
Introducción
En mi último post tratábamos la importancia de incluir gráficas relevantes, claras y concisas en los informes de inteligencia, pero el componente narrativo es igualmente relevante. Si bien cada persona tiene un estilo individual a la hora de escribir, existen una serie de errores que todos tendemos a cometer al comenzar a redactar informes de inteligencia, en muchas ocasiones motivados por la trayectoria en otras disciplinas. Yo soy la primera en declararme culpable de sobre utilizar un lenguaje y estilo académico en textos que no lo son. Tras cuatro años de carrera redactando en el temido formato APA, se necesita tiempo para hacer la transición a textos mucho más ejecutivos y operativos como son los entregables de inteligencia. El objetivo de este artículo es hacer foco sobre los tres problemas principales con los que me encontré yo al realizar dicha transición, en caso de que puedan servir de apoyo para cualquiera que tenga que enfrentarse a ellos.
Extensión
Uno de los problemas más comunes a los que nos enfrentamos al comenzar cualquier texto es su extensión. Si a esto le sumamos que en inteligencia parece que disfrutamos poniendo nombres distintos a los documentos según este criterio (nota informativa, alerta, notificación, informe, etc.), la indecisión se incrementa.
Al igual que en el caso de la visualización de datos, citaba a uno de mis profesores diciendo que “La estadística debe estar al servicio de los datos, y no al contrario”, en este caso deberá ser la propia información de que disponemos, así como su relevancia, quien dicte la longitud del texto. Tal vez comencemos a escribir con la idea de hacer una nota breve, que simplemente informe de un suceso sin entrar en detalles, pero durante la fase de investigación descubramos que podría tener implicaciones más serias para el decisor y finalmente optemos por un documento más extenso.
En ocasiones, por desgracia, no es posible acogerse a esta regla por motivos externos al control del analista, véase: el cliente exige un formato concreto, lo que incluye su extensión (aproximada).
Estilo y tecnicismos
Para gustos, los colores, y esto aplica al estilo de redacción como a cualquier otro. Precisamente por la naturaleza de los informes de inteligencia, la objetividad es imprescindible, pero hay un aspecto que podemos descuidar sin darnos cuenta a causa del estilo de escritura: la atribución. En muchas ocasiones nos encontramos revisando por tercera vez un texto para eliminar las palabras innecesarias, puramente estilísticas y que no aportan significado al documento. En este esfuerzo por reducir la extensión del texto, puede que omitamos palabras y expresiones como “supuestamente” o “de acuerdo con…”, que son la clave de la fiabilidad y validez de la información expuesta.
Como norma general, cualquier hecho no probado es sólo una suposición, no un hecho, y así debe quedar reflejado. De la misma forma, aquellas afirmaciones realizadas por terceros y no por el propio analista deben estar debidamente atribuidas.
Otro factor a tener en cuenta a la hora de escoger qué palabras escoger es la audiencia a quien va dirigido. Dependiendo de quién sea el decisor, podremos, o no, emplear un lenguaje más técnico, más especializado; incluiremos ciertas aclaraciones que pueden no ser necesarias en otros casos, etc. (Fore, 2019) Al realizar un informe sobre un incidente de ciberseguridad, deberíamos expresarnos de forma distinta si este va dirigido al director de IT de la compañía o al director general, especialmente si el sector de actividad de la empresa no tiene relación con el mundo tecnológico.
Con la experiencia y la especialización, tendemos a interiorizar ciertos términos y olvidamos que no son de uso general. Por la temática sensible que suelen tratar estos informes, no podemos enviarle el texto a alguien ajeno al sector para que nos confirme si es comprensible, pero puede ayudarnos el imaginar que estamos tratando de explicárselo a esta persona. En ciberseguridad, pensar en cómo podría tratar de explicárselo a mi abuela me ha ayudado con muchos informes…
Diferencias culturales
Hay otro detalle que puede pasar desapercibido o al que no se le da demasiada importancia, y son las diferencias culturales. Al tratar con clientes internacionales, puede que nos encontremos con ciertas diferencias inesperadas que podrían influir a la hora de interpretar los entregables.
Un ejemplo claro de este tipo de diferencias es la dirección de lectura y escritura. Al elaborar un informe, en países con escritura horizontal de izquierda a derecha, tenderemos a colocar la información más relevante en la parte superior izquierda. Una persona acostumbrada a la lectura de derecha a izquierda, aunque perfectamente capaz de leer el contenido del texto, dirigirá su mirada en primer momento a la esquina superior derecha. Tener en cuenta este tipo de factores, por pequeños que parezcan, puede ayudar a que se interprete la información como pretendemos; a que se lea en el orden correcto y se le asigne la importancia que pretendíamos atribuirle.
Otro ejemplo es el uso de la voz pasiva. Dependiendo del país, el uso de esta voz se puede considerar, apropiado en contexto más formales o académicos, mientras que en otros se desaconseja su uso. Conocer este tipo de normas gramaticales en los países a quien se dirija un documento puede repercutir en la opinión que el cliente final tiene sobre el resultado de la investigación.
Por último, atendiendo a modelos como el de las dimensiones culturales de Hofstede, (2011) podemos modificar el contenido del documento para que sea más o menos pragmático, centrándonos en la parte operativa y accionable; enfocado más a las consecuencias en el largo o corto plazo, etc.
Marta Mallavibarrena
Referencias y bibliografía
Fore, J. (2019). Write Like a Spy: Using US Intelligence Guidelines to Reinforce the Lessons of Predictive Legal Writing.
Hofstede, G. (2011). Dimensionalizing cultures: The Hofstede model in context. Online readings in psychology and culture, 2(1), 2307-0919.
Myers, M., Paiz, J., Angeli, E., Wagner, J., Lawrick, E., Moore, K., Anderson, M., Keck, R. (2019, December 20). General format. Purdue Online Writing Lab.
Office of the Director of National Intelligence (2015) Intelligence Community Directive 203.