El conflicto de China y Taiwán: la postura occidental

Autor: Daniel González Jiménez

Resumen

La guerra chino-taiwanesa se remonta al 1949, año en el que cesaron los enfrentamientos directos entre el Partido Comunista y el Partido Nacionalista tras la Guerra Civil. No obstante, y ya habiendo transcurrido más de siete décadas, continúan las discrepancias entre ambas naciones. El inicio de la Guerra Fría supuso el apoyo internacional a Taiwán en detrimento de China, si bien en la actualidad tan solo 15 países reconocen a Taiwán como Estado independiente. Las relaciones diplomáticas entre Taiwán y el resto de naciones han variado a lo largo del tiempo y, a día de hoy, se enmascaran tras acuerdos comerciales y tratos informales.

Keywords: China, Taiwán, conflicto, geopolítica

Introducción: el siglo de la humillación y la guerra chino-taiwanesa

     China está firmemente convencida en la reunificación de todos los territorios que considera legítimos como parte del país. Tanto es así que el Libro Blanco de la República Popular de China, equivalente a las Estrategias de Seguridad Nacional occidentales, es absolutamente tajante:

“China se opone resueltamente a cualquier intento o acción para dividir el país y a cualquier interferencia extranjera con este objetivo. China debe ser y será reunificada. […] China nunca permitirá la secesión de ninguna parte de su territorio por ninguna persona, organización o partido político, por ningún medio y en ningún momento. No nos comprometemos a renunciar al uso de la fuerza. […] Nuestro Ejército derrotará resueltamente a cualquiera que intente separar a Taiwán de China y defenderá la unidad nacional a toda costa.”1

     Para poder entender este recelo de la defensa china sobre la soberanía del territorio debemos remontarnos al siglo XIX, que comúnmente se ha denominado “el siglo de la humillación chino”, debido fundamentalmente a las derrotas en las guerras del opio. En el año 1839 se iniciaba la Primera Guerra del Opio. Por aquel entonces, Gran Bretaña introducía opio en China procedente de la India con el objetivo de compensar las cuentas por las enormes cantidades de té que el país británico importaba. No obstante, el gobierno chino prohibió el comercio de esta sustancia estupefaciente, lo que desembocó en una escalada de la violencia y que finalizó con la firma del Tratado de Nankín en 1842, por el cual China aceptaba el libre comercio con Gran Bretaña a través de cinco importantes puertos, así como la cesión de la isla de Hong Kong durante 150 años.

     Por si esto no fuera suficiente, años más tarde, en el 1856 estallaba la Segunda Guerra del Opio tras la negativa china de la renegociación del Tratado de Nankín, enfrentando de nuevo a China contra Gran Bretaña, y a los que se añadieron Francia, Rusia y Estados Unidos en favor del bando británico. En 1860, cuatro años después, finalizaba esta segunda revuelta, con importantes consecuencias negativas para el país asiático, como la concesión de nuevos puertos o las sumas de dinero que el Estado chino debía abonar como compensación por las pérdidas económicas de la guerra.

     Unas décadas más tarde, y tras la abdicación del último emperador chino en 1912 –lo que suponía el fin de la tradición imperial china con más de 2000 años de historia–, en el 1927 estallaba en China una guerra civil que enfrentó a los nacionalistas, liderados por el Partido Nacionalista Chino (Kuomingtang), y a los comunistas, bajo el liderazgo del Partido Comunista.

     Tras unos intensos años de conflictos bélicos entre ambas facciones, en el año 1949 cesaron informalmente las hostilidades entre ambos partidos, lo que supuso la retirada del Kuomingtang a la isla de Formosa, bajo protección estadounidense, y la conquista comunista de la práctica totalidad del territorio peninsular. De este modo, el 1 de octubre de 1949 se proclamó la República Popular China en Pekín, mientras que los nacionalistas tomaron el control de diversos territorios insulares, fundamentalmente Taiwán y las Islas Pescadores, bajo el nombre de República de China.

 

Imagen 1. República Popular China, con capital en Pekín, y República China, con capital en Taipéi. Fuente: BBC News

Pekín

Postguerra civil: del reconocimiento internacional a la informalidad diplomática

     En 1947 se iniciaba paulatinamente el conflicto que marcó la segunda mitad del siglo XX: la Guerra Fría, enfrentando al capitalista Estados Unidos frente a la comunista Unión Soviética.

     En un claro intento de frenar la posible expansión del comunismo, Estados Unidos y la gran mayoría de países occidentales, así como la Organización de Naciones Unidas, reconocieron a Taipéi como el legítimo gobierno chino, llegando a ocupar un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

     No obstante, en 1971 Naciones Unidas aprobó por votación, con la resolución 2758, un cambio de reconocimiento internacional, pasando a considerar a Pekín como el legítimo gobierno y dejando de lado a Taiwán, obligándoles a abandonar el privilegiado asiento permanente del Consejo de Seguridad. Ocho años más tarde Estados Unidos también rompía relaciones diplomáticas con Taiwán, cuando vio en China un potente aliado para frenar el posible avance de la Unión Soviética, si bien se comprometió a defender la isla mediante el Acta de Relaciones de Taiwán. Esta legislación “ayudaba a mantener la paz, seguridad y estabilidad en el Pacífico Occidental y promover la política exterior de Estados Unidos”.2 Amparándose en este acuerdo, Estados Unidos y Taiwán han comerciado durante décadas con armas, entendiendo que se trata por motivos “de carácter defensivo”.

     Otro punto clave de la historia reciente de la República de China se produjo a finales del siglo. La forma de gobierno de Taiwán no varió durante décadas, de modo que, a lo largo de gran parte de la segunda mitad del siglo XX, Taiwán estaba bajo el mandato único del Kuomingtan, hasta que las progresivas demandas de democratización culminaron en elecciones libres en los años noventa.

     También a finales del siglo, a partir de los años ochenta, China y Taiwán comenzaron a relajar sus discursos, de tal modo que en 1991 el gobierno de Taiwán proclamó el fin de la guerra con China.3 Asimismo, el gobierno de Pekín llegó a proponer al gobierno de Taipéi la conocida fórmula “un país, dos sistemas”, lo que ha sido rechazado en Taiwán en múltiples ocasiones. Ante esta situación, en el año 2005 el Partido Comunista Chino aprobó la ley antisecesión, contemplando la posibilidad de una intervención militar en la isla de Taiwán si ésta declarara la independencia. Del mismo modo, desde que Xi Jinping, actual Presidente de la República Popular China, ocupó el cargo en 2013 se ha aumentado la presión hacia Taiwán, llegando a realizar maniobras militares a modo de advertencia, especialmente cuando se han producido acercamientos diplomáticos entre el gobierno estadounidense y el taiwanés.

     A día de hoy, tan solo 15 países reconocen de forma oficial a la República de China, radicados fundamentalmente en América, como Guatemala o Nicaragua, pero también en África, con el Reino de Suatini, y Oceanía, con Palaos o Tuvalu entre otras, aunque esta situación no es óbice para que en la actualidad la República de China mantenga relaciones informales con alrededor de 50 países, enmascarándolas tras oficinas económicas, comerciales o culturales.

     La postura europea respecto al conflicto es peculiar, ya que, si bien Ciudad del Vaticano es el único Estado europeo en reconocer de forma oficial a Taiwán, son diversos los países que mantienen acuerdos comerciales con la isla, especialmente en los últimos años en los que la región Asia-Pacífico ha cobrado tanto protagonismo a nivel geopolítico. En lo referente al caso español, los sucesivos gobiernos siempre han tratado de jugar a dos bandos, ya que España fue uno de los países que se abstuvieron en la votación de la resolución 2758 de la ONU y, a pesar de que suspendieron las relaciones oficiales con Taiwán en el año 1973, fue en ese mismo año cuando se creó en Madrid la actual Oficina Económica y Cultural de Taipéi, en un claro intento de fomentar los vínculos entre ambas naciones. En territorio taiwanés la única representación española es la Cámara de Comercio, que hace las veces de consulado al estar compuesta de una Sección Consular.

     En resumen, el conflicto entre la República Popular China y la República de China parece no tener fin, máxime cuando el Partido Progresista Democrático, el actual partido de gobierno, aboga por la independencia de la isla y rechaza la fórmula “un país, dos sistemas”. La postura china también es clara y no aparentan ser proclives a aceptar de buen agrado la independencia de Taiwán. El Libro Blanco es conciso y rotundo: “China debe ser y será reunificada”. Veremos si en los próximos años el gobierno de Pekín acepta una deriva democrática, lo que actualmente parece bastante alejado de la realidad.

Daniel González Jiménez

Psicólogo y Analista de Inteligencia

Referencias

  1. Departamento de Seguridad Nacional. (5 de agosto de 2019). El Libro Blanco de la República Popular de China sobre la Defensa Nacional en la nueva era 2019. Recuperado de https://www.dsn.gob.es/es/actualidad/sala-prensa/libro-blanco-rep%C3%BAblica-popular-china-sobre-defensa-nacional-nueva-era-2019
  2. Gil, T. (11 de julio de 2019). Taiwán vs China: por qué Estados Unidos «está comprometido por ley» a facilitar armas a Taipéi en claro desafío a Pekín. BBC News. Recuperado de https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-48944773
  3. BBC News. (2 de enero de 2019). Cuándo y cómo China perdió Taiwán (y cuál es el estatus actual de la «isla rebelde»). BBC News. Recuperado de https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-46736621