origen y aportaciones - síndrome de estocolmo

Autor: Ángela Martín García

Resumen: El término “síndrome de Estocolmo” fue acuñado por Nils Bejerot para denominar una reacción psicológica paradójica producida en rehenes de un secuestro de un banco de Estocolmo. A lo largo del tiempo, la aplicación de este término se ha ampliado a diversas situaciones, pero se considera que tienen que darse ciertos factores para que se desarrolle. Existen posiciones muy diversas respecto al síndrome, desde los que lo consideran inexistente, hasta aquellos que lo ven como una aportación valiosa, o aquellos que lo incluyen dentro del TEPT.

Palabras clave: síndrome de Estocolmo, mujeres maltratadas, trata sexual, TEPT.

Origen del síndrome de Estocolmo

El origen del concepto “Síndrome de Estocolmo” se remonta al año 1973. Jan Olsson, un fugitivo de 32 años, intentó robar un banco de Estocolmo, Suecia. Sus planes se truncaron puesto que el banco fue rodeado por la policía y, entonces, optó por tomar como rehenes a cuatro empleados del banco, tres mujeres y un hombre. Además de esto, exigió que su compañero de celda, Clark Olofsson, de 26 años, fuera puesto en libertad y se le permitiera unirse a él. Ambos tuvieron retenidos a los empleados durante seis días.

La parte curiosa, y lo importante del caso, sucede cuando los rehenes son puestos en libertad, puesto que una vez liberados estos defendieron a sus captores, y se negaron a testificar contra ellos. Más concretamente, uno de los rehenes llegó a crear un fondo de defensa para ayudar a los convictos y, al parecer, otra se casó con uno de los captores.

Nils Bejerot, psiquiatra, se dedicó a ayudar a la policía sueca en este caso, y constató que las reacciones que habían tenido los rehenes tras su liberación se correspondían con un lavado de cerebro, al que denominó síndrome de Estocolmo.

Un año después...

El caso de Patty Hearst atrajo la atención mundial, puesto que fue secuestrada por el Symbionese Libertation Army (SLA), un grupo guerrillero urbano. Poco después de su secuestro, Patty expresó su simpatía por el SLA y sus objetivos, e incluso fue fotografiada empuñando un rifle de asalto mientras robaba junto con otros miembros del grupo guerrillero. Cuando fue arrestada su abogado argumentó que le habían lavado el cerebro, concretamente refiriéndose al síndrome de Estocolmo, pero aun así fue declarada culpable. Años después, Jimmy Carter le conmutó la pena, puesto que consideraba que había actuado bajo coacción, y en el año 2001 Bill Clinton le concedió el indulto total.

Durante la década de 1970 hubo una mayor mediatización de determinados casos. Ejemplo de esto es el de Patty Hearst que se acaba de mencionar, la toma de rehenes estadounidenses en Irán o los secuestros de mafias italianas, lo cual aumentó la preocupación general sobre el lavado de cerebro. Esta preocupación facilitó la aceptación de la nueva etiqueta de “Síndrome de Estocolmo”.

Concepto, condiciones y aportaciones

Podemos describir el síndrome de Estocolmo como una experiencia psicológica paradójica, en la cual se desarrolla una vinculación afectiva entre los rehenes y sus captores. Sin embargo, actualmente no se han descrito criterios diagnósticos válidos con respecto a los signos y síntomas clínicos de este síndrome, por lo tanto no se encuentra incluido en los manuales de clasificación de trastornos psicopatológicos, ni en el DSM (Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales) ni en el CIE (Clasificación Internacional de Enfermedades).

Las interpretaciones que han surgido sobre este síndrome son muy variadas, encontramos desde autores que cuestionan el propio síndrome, considerando que es una conducta no generalizada ni generalizable o quizá un mito, hasta autores que consideran que puede ser una importante aportación para la explicación de conductas y actitudes de víctimas hacia sus agresores.

La prevalencia de este síndrome es escasa, y según algunos autores, la aparición del mismo puede ser considerada una excepción más que una regla. Además, consideran que únicamente se dan en casos de secuestros y no existe evidencia en otro tipo de situaciones.

Se ha considerado que para que se llegue a desarrollar este síndrome deben estar presentes al menos tres factores, que serían:

De esta manera, las víctimas durante el cautiverio desarrollarían sentimientos

Graham et al (1994), por su parte, consideran que hay 4 precursores hipotéticos del síndrome de Estocolmo:

Ampliación del concepto

Como hemos visto, en un principio el término estaba restringido a incidentes relacionados con secuestros y toma de rehenes, pero esto ha ido cambiando a lo largo del tiempo, utilizándose actualmente en una gama mucho más amplia de casos.

Por ejemplo, entre los grupos afectados por este síndrome se han incluido mujeres maltratadas, niños maltratados o víctimas de abuso sexual, prisioneros de guerra o terrorismo político, miembros de sectas, prisioneros en campos de concentración, esclavos, víctimas de trata sexual o víctimas de trata de personas en general. Por lo tanto, se ha pasado de usar el término en un sentido restrictivo a aplicarlo de una manera más generalizada, refiriéndose a una variedad de situaciones en las que se presenta un dominio sobre la víctima.

Dee Graham, psicóloga feminista, durante la década de 1980 postuló que los comportamientos que mostraban las mujeres maltratadas, concretamente la negación de su condición de mujer maltratada o la negación a dejar a sus parejas, eran congruentes con el síndrome de Estocolmo.

Por otra parte, en el caso de las víctimas de trata sexual, Joseph Parker mencionó en el 2002 que uno de los objetivos fundamentales de un proxeneta sería generar el síndrome de Estocolmo en sus víctimas, para que así lleguen a creer que su participación es por elección propia. En el caso de la trata sexual, la supervivencia de las víctimas es fundamental para el funcionamiento del “mercado del sexo”, y es por ello que los proxenetas proporcionan a las mujeres comida y refugio para que estén “lo suficientemente saludables como para trabajar”. Es por esto que la relación proxeneta-prostituta está formada de tal manera que la víctima considera que las acciones del proxeneta son de amabilidad e interacción positiva. Algunas de las mujeres, por ejemplo, han llegado a tener la esperanza de formar una familia con el proxeneta o incluso con algún cliente.

Síndrome de Estocolmo y TEPT

Expertos en trauma incluyen el síndrome de Estocolmo como parte del denominado estrés postraumático complejo, pese a que este tampoco se encuentra dentro de los manuales diagnósticos, ya que incluye la idealización del perpetrador. Otros autores lo consideran como parte de la reacción al estrés agudo, incluyéndose en los trastornos transitorios desencadenados por sucesos vitales excepcionalmente estresantes (CIE-10).

Rebeca A. Demarest (2009) se ha dedicado a estudiar la relación que podría existir entre el trastorno de estrés postraumático (TEPT) y el síndrome de Estocolmo en mujeres maltratadas, ya que consideraba que ambos comparten algunos aspectos, como es el afrontamiento evitativo, y es por ello que una de las hipótesis fue que se encontraría una correlación positiva entre el TEPT y el síndrome de Estocolmo.

Sin embargo, los resultados mostraron que aquellas mujeres que tenían un bajo índice de síndrome de Estocolmo mostraban una correlación más fuerte con el TEPT que los que tenían un índice alto del síndrome de Estocolmo, lo cual indica que el síndrome de Estocolmo y el TEPT podrían tener una relación inversa a la que se había hipotetizado. Se consideró, además, que el síndrome de Estocolmo podría estar relacionado con el TEPT de una manera trimodal, incluyendo el abuso, lo que determina que estos tres factores tendrían una relación complicada e interdependiente, pero sería necesario más investigaciones sobre esto.

Una gran diferencia que se debe resaltar entre el síndrome de Estocolmo y el TEPT es que el primero habitualmente se desarrolla durante las interacciones entre el captor y los rehenes y se desvanece cuando esta relación termina, y el TEPT se desarrolla posteriormente al evento traumático.

Conclusiones

Existen opiniones muy dispares respecto al síndrome de Estocolmo, pero algo que sí podemos tener claro es que es un concepto que no surge de la manera habitual. Esta etiqueta no surgió tras una laboriosa investigación o un cuidadoso estudio, sino que apareció en el contexto de una entrevista televisiva, y a partir de ese momento el concepto comenzó a expandirse, utilizándose en gran medida por los medios de comunicación, pero también por diferentes profesionales como son psicólogos o criminólogos. Por lo tanto, aún no se han descrito unos criterios diagnósticos válidos.

Desde entonces se ha utilizado en diversos ámbitos, ampliándose desde su origen, el secuestro con rehenes, hasta las mujeres maltratadas, el abuso infantil o la trata sexual, entre otros.

Es relevante tener en cuenta la relación que este síndrome podría tener con el TEPT, ya que incluso algunos autores lo consideran como parte de este, y por otra parte, como hemos visto, existen estudios que revelan una correlación inversa entre ambos.

Sin duda, es necesario que se investigue más sobre este síndrome, sus características y relación con otros trastornos psicopatológicos.

Ángela Martín García

Psicóloga especialista en análisis de conducta criminal

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Adorjan, M., Christensen, T., Kelly, B. y Pawluch, D. (2012). Stockholm syndrome as vernacular resource. The Sociological Quarterly, 53, 454-474. https://doi.org/10.1111/j.1533-8525.2012.01241.x

 

Demarest, R. A. (2009). «The Relationship Between Stockholm Syndrome and Post-Traumatic Stress Disorder in Battered Women.» Inquiries Journal/Student Pulse, 1(11). Recuperado de http://www.inquiriesjournal.com/a?id=35

 

Gómez, A. M. (1999). Psicopatología del Síndrome de Estocolmo.

 

Karan, A., & Hansen, N. (2018). Does the Stockholm Syndrome affect female sex workers? The case for a “Sonagachi Syndrome”. BMC international health and human rights, 18(1), 1-3.

 

Namnyak, M., Tufton, N., Szekely, R., Toal, M., Worboys, S. y Sampson, E. L. (2008). ‘Stockholm syndrome’: Psychiatric diagnosis or urban myth? Acta Psychiatrica Scandinavica, 117, 4-11. https://doi.org/10.1111/ j.1600-0447.2007.01112.x

 

Rizo-Martínez, L. E. (2018). El síndrome de Estocolmo: una revisión sistemática. Clínica y Salud, 29(2), 81-88.