LA IDIOSINCRASIA LIBIA: ENTRE LA NACIÓN Y LA TRIBU

Autor: Miguel Ángel García-Fraile Hernández

RESUMEN.

        El presente artículo ofrece un punto de vista en relación al empoderamiento de los grupos terroristas en el estado de Libia. Las particulares características del entramado social de este estado son analizadas, con el objetivo de estimar si la causa tribal en sí misma es un agente que facilita la proyección del terrorismo en la región. Para ello se analiza el contexto sociopolítico más reciente de Libia, prestando atención a la estructura demográfica y social de la población, a la deriva de inestabilidad política en el país y al empoderamiento de las organizaciones terroristas en el estado.

PALABRAS CLAVE.

Tribus libias, inestabilidad social, salafismo, yihadismo, organizaciones terroristas, discurso yihadista.

EL EMPODERAMIENTO TRIBAL.

        La simplificación causa-efecto es la principal enemiga de todo análisis sociológico. Sin embargo, es frecuente caer en manos de este determinismo. Cuando en un contexto geográfico concreto se observan características sociopolíticas y culturales similares a las observadas, como por ejemplo en otro estado, es habitual recurrir a la observancia de factores comunes con la intención de identificar explicaciones por analogía. La identificación de patrones debe ser considerada una herramienta útil para seguir profundizando en la particularidad de cada contexto social y nunca ser entendida como técnica básica sobre la que basar un estudio prospectivo. El análisis sociológico se ve mejorado cuando es estudiado desde el pensamiento complejo de Edgar Morin, donde el determinismo y el reduccionismo son una herramienta más que nos permite contextualizar con una mayor amplitud.

        En este sentido, debemos huir de las afirmaciones de tipo: “Libia, la segunda Siria” o “Libia se ha convertido en un estado fallido al estilo Somalia”. Huelga decir que Libia ni es Siria ni es Somalia, y, aunque en los diferentes entramados sociopolíticos se aprecien similitudes, es necesario profundizar en las particularidades de cada complejo cultural a fin de obtener una comprensión individualizada de cada fenómeno.

        Del mismo modo que debe huirse de las simplificaciones por analogía, es necesario distinguir entre las particularidades regionales de una misma entidad nacional. Libia ofrece una amplia heterogeneidad respecto a su componente demográfico. El componente tribal y étnico está fuertemente arraigado a lo largo de la amplia geografía del estado; sin embargo, no parece que esta característica sociocultural ejerza la misma influencia en los amplios vacíos demográficos del sur del país, que en el norte: mediterráneo, mucho más urbanizado y con una densidad de población notablemente más elevada.

        El arraigo tribal y de clanes se encuentra mucho más enraizado a subconjuntos de poca densidad poblacional. Por lo tanto, es importante analizar los condicionantes particulares que ofrece el aspecto demográfico en cada área territorial del estado.

        Libia tiene una extensión de 1.800 km de costa y una superficie que triplica la de España. Consta de tres grandes regiones: dos costeras (Tripolitania y Cirenaica) y una completamente interior y desértica (Fezzan). Las ciudades más importantes y de mayor población se encuentran en las regiones costeras anteriormente mencionadas, mientras que, también en la Cirenaica, observamos las únicas zonas verdes extensas del país.

        Este panorama deja una enorme área interior donde la densidad de población es de las más bajas del planeta. El censo de población libio estima algo más de seis millones de habitantes, de los cuales dos terceras partes viven en las áreas costeras del estado. De este dato se desprende la idea de que en torno a 2 millones de habitantes residen en el área desértica interior de Libia, un vasto territorio para un reducido número de población. La interpretación de cómo el arraigo tribal se intensifica en áreas escasamente pobladas del país es vital de cara a comprender las influencias sobre la causa terrorista.

        Por otro lado, atendiendo al punto de vista político, Libia arrastra desde 2011 una profunda problemática en cuanto a su gobernabilidad. La situación geopolítica no ha hecho sino empeorar desde entonces, persistiendo una conflictividad que, a grandes rasgos, puede resumirse en dos narrativas enfrentadas: la primera es la del parlamento de Tobruk bajo la protección del general Jalifa Hifter. Para éstos, la batalla es entre fuerzas nacionalistas contra radicales yihadistas que apoyan al parlamento reconocido por la comunidad internacional. La segunda narrativa es la de los partidarios del parlamento de Trípoli, gobierno reconocido por la ONU y amparado por las milicias islamistas del “Amanecer de Libia”, que ven su lucha como la de los revolucionarios que acabaron con Gadafi, enfrentados ahora a una contrarrevolución dirigida por los elementos del Antiguo Régimen.[1]

        A lo largo de la última década, las tribus libias han adquirido un importante empoderamiento que les sitúa como actores de notable influencia en el frágil escenario político. Además, el conflicto armado ha dejado un país donde tribus, milicias y grupos terroristas, han puesto a su disposición una gran cantidad de armamento recuperado de los arsenales que Gadafi custodió hasta su derrocamiento.

SITUACIÓN ACTUAL: EL AUGE DE LOS GRUPOS TERRORISTAS Y EL DISCURSO YIHADISTA

        Los grupos salafistas-yihadistas encuentran en Libia un escenario perfecto donde desarrollar su discurso yihadista. Un estado donde existe una inestabilidad política estacionaria, una estructura poblacional dispersa en determinadas áreas y un componente social tribal y de clanes donde reclutar miembros y conducirlos hacia la ideología yihadista.

        El sistema tribal en Libia gira en torno a la conservación del islam, contribuyendo a afirmar una visión tradicional pero moderada de esta religión. Sin embargo, el derrocamiento de Gadafi allanó el camino para un crecimiento cada vez mayor de presencia islamista que pretende adoptar la sharía como principal fuente de legislación.[2] El pluralismo jurídico donde se interrelacionan ley estatal, sharía islámica y el derecho consuetudinario local característico de la sociedad de clanes, es difícil de congraciar.

        El auge de los grupos islamistas complica la tradición tribal. En octubre de 2011, el expresidente del Consejo Nacional de Transición, Mustafá Jalil, declaró la sharía como la fuente principal del derecho para la nueva constitución. Estas declaraciones iban claramente encaminadas a satisfacer a las milicias islámicas que habían participado en el derrocamiento de Gadafi; por lo tanto, se dejaba la puerta abierta a construir la nueva Libia sobre una base islámica.

       Algunos grupos salafistas como Ansar al-Sharía (disuelto en 2017), presionaron en la esfera gubernamental para que se implantara una visión radical del islam, incluyendo la sustitución de imanes moderados en las mezquitas. Los islamistas radicales han ido ganando apoyo paulatino a través de los centros de culto[3] y el apoyo de los imanes ha ido en aumento. En este sentido, la influencia de actores estatales externos como Qatar, han podido servir como fuente clandestina de financiación hacia la radicalización del discurso en las mezquitas, coincidiendo con los intereses de los grupos terroristas.[4]

        A pesar de ello, algunos expertos han afirmado que la estructura de clanes ha demostrado ser más fuerte a este respecto, haciendo de contrapeso al auge del salafismo-yihadismo. Las tribus han sido una fuente de limitación del islam radical. Algunos mediadores religiosos han intentado fomentar una perspectiva moderada no sólo en temas religiosos sino también acerca de la confrontación tribal existente en el sur y oeste del estado.[5] No obstante, en el área de la Cirenaica existen numerosas tribus que no están contentas con el resultado de la revolución, después de haber sido descuidadas por Gadafi durante años. Este disperso conglomerado tribal podría optar por fórmulas federalistas o autonomistas, rompiendo con la realidad de una Libia unida y adoptando posturas que huyan de la tradición tribal acercándolas a una realidad islámica más radical.

CONCLUSIONES.

        La inestabilidad política y social existente en Libia desde 2011, no ha sido aprovechada únicamente por el conjunto de grupos tribales para aumentar su influencia en el ámbito regional y local. También las organizaciones fundamentalistas religiosas que abogan por la implantación de la sharía y que emplean técnicas terroristas con el fin de lograr sus objetivos, han aprovechado el vacío de poder y han aumentado su influencia posicionándose como actores no estatales difíciles de combatir.

        El caldo de cultivo generado en Libia, está resultando especialmente atractivo para que los diferentes grupos terroristas se establezcan con garantías en este área. Este hecho puede suponer el principal reto al que se enfrenten las instituciones de este estado a corto plazo; sin embargo, otras ocupaciones más urgentes mantienen las agendas de los principales poderes nacionales desviadas de la causa terrorista.

        La afinidad tribal con los grupos salafistas yihadistas es limitada. De hecho, las comunidades locales en diferentes áreas han sido el principal freno al crecimiento de estos grupos extremistas y ese discurso yihadista. Además, un empoderamiento de los fundamentalistas que abogan por la unión de toda la comunidad musulmana, iría en contra de la regionalización tradicional que caracteriza a la realidad social de este estado.

        A pesar de que se esté incrementando el número de adoctrinados en las regiones más aisladas y desfavorecidas, las tribus mantienen un fuerte arraigo hacia sus tradiciones y pueden actuar como principal freno hacia las posturas radicales salafistas-yihadistas. Dicho lo cual, es importante mencionar que, en diferentes contextos, la estructura de clanes sí resulta propicia para que factores ajenos a la idiosincrasia tribal, sitúen a estas comunidades en un abanico de vulnerabilidad, resultando especialmente atractivas para las organizaciones terroristas.

 

Miguel Ángel García-Fraile Hernández

Historiador y Analista

[1] Amirah, Haizam. (2015). Libia, un peligro en el Mediterráneo. Obtenido de Real Instituto Elcano: http://www.realinstitutoelcano.org/wps/portal/rielcano_es/contenido?WCM_GLOBAL_CONTEXT=/elcano/elcano_es/zonas_es/mediterraneo+y+mundo+arabe/comentario-amirahfernandez-libia-un-peligro-en-el-mediterraneo

[2] The Ministry of Foreign Affairs of the Netherlands (2014). Libya: Militias, Tribes and Islamists. Obtenido de https://www.refworld.org/docid/54afd8be4.html

[3] Varvelli, Arturo. (2013). The Role of Tribal Dynamics in the Libyan Future. Obtenido de Instituto per gli Studi di Politica Internazionale: https://www.ispionline.it/it/pubblicazione/role-tribal-dynamics-libyan-future-7944

[4] Jordán, Javier. (2014). Ansar Al Sharía y la inquietante evolución del yihadismo en Libia. Obtenido de Instituto Español de Estudios Estratégicos: http://www.ieee.es/contenido/noticias/2014/12/DIEEEO145-2014.html

[5] Varvelli, Arturo. (2013). The Role of Tribal Dynamics in the Libyan Future…op. cit.,