El internet de las cosas y la urgente necesidad de aplicar Ciberseguridad

Autor: Elisa Lozano de la Rosa

Desde Smart tv a wearables, nuevos objetos inteligentes se instauran sin apenas darnos cuenta, facilitando nuestra vida cotidiana y aportando una inmensidad de datos que somos incapaces de controlar.

Internet de la cosas. Tienes hambre, y no lo sabes porque tu estómago esté demandando comida, sino porque la nevera te ha enviado una notificación al teléfono recordándote que tienes una ensalada fresca esperándote. La nevera conoce tus patrones de alimentación, qué productos son de tu preferencia y calcula, según los datos calóricos que has metido en la aplicación de tu smartphone, que hoy necesitas consumir más vitaminas para paliar la comilona que te pegaste anoche. Lo sabe mejor que tú, pues compara las métricas y entiende tus necesidades nutricionales con una precisión preocupante y su algoritmo de optimización te recomienda comer más sano hoy.

El Internet de las Cosas (Internet of Things en inglés) se traduce en cualquier tipo de dispositivo electrónico conectado a una red. Esta es habitualmente Internet, pero también puede conectarse a una red interna, como por ejemplo a través de la domótica en una casa inteligente o una fábrica industrial. Estos dispositivos cuenta con avanzados sensores, que pueden ser incluidos en los propios teléfonos móviles inteligentes.

Esto nos permite llevar relojes que nos marcan cuantos pasos hemos dado hoy, encender la calefacción a distancia, controlar su temperatura de camino a casa o incluso revolucionar el mundo de la agricultura con tractores inteligentes de conducción automática. Internet nunca ha estado tan integrado en nuestro día a día como ahora. Y esto crea riesgos sin precedentes para los que no estamos del todo preparados.

El problema está en que este nuevo conjunto de tecnologías nacieron sin ningún tipo de seguridad inicial, utilizando protocolos que mandan información sin cifrar a servidores cuya localización no siempre es clara y esto se traduce en una mala utilización, pues se puede sacar mucha información personal de los usuarios sin que estos apenas se den cuenta.

Alexa y y la frase Hello Google han llegado para quedarse, y ahora los hogares inteligentes pueden ser operados virtualmente con activación por voz. Pero, y basándome en un pensamiento completamente lógico, el asistente tendrá que permanecer de forma constante en modo escucha, analizando tus conversaciones, para distinguir e interpretar cuándo es una petición y cuando estás bebiendo vino con tu mejor amiga mientras hablas de los problemas con tu pareja. ¿Somos conscientes de todos los datos que recolectan de forma constante sobre nuestra intimidad y vida personal?

El Iot presenta un escenario de nuevos retos, de los que tenemos poca información al ser una tecnología muy reciente, desconociendo por completo las futuras consecuencias que puedan surgir con una vida enteramente conectada a Internet. Aquí la Ciberseguridad tiene un papel esencial y prioritario.

El futuro del IoT debe aplicar seguridad por diseño y por defecto, y esto empieza con los propios fabricantes, pues la información que manejan y las acciones que realizan este tipo de dispositivos pueden suponer un riesgo para la privacidad, además de convertirse en un goloso objetivo para los ciberatacantes. ¿Cómo? A día de hoy es tecnología inmadura y limitada, por lo que se incrementarán el número de vulnerabilidades. No aplicar Ciberseguridad se convierte en un problema que debemos abordar con tremenda urgencia.

Los beneficios de los dispositivos inteligentes conectados a la red son cuantiosos, eso no lo podemos negar, pero tampoco debemos perder de vista esta tecnología y confiar ciegamente en su completa utilidad.

¿Te has parado a pensar quién está detrás analizando y utilizando toda esta información para vender tus métricas como si fueran lonchas de tu propia carne? ¿Cuánto paga el mejor postor por conocer tu personalidad y predecir tu comportamiento? ¿Esa última idea es tuya o está inducida por una recomendación en Amazon Prime? ¿Tienes hambre o la nevera te hace pensar que tienes hambre? Estas son preguntas que, tarde o temprano, se responderán solas. La cuestión está en que igual, el día que nos paremos a pensar en todo ello, ya ni sepamos hasta qué punto es un pensamiento nuestro o estamos haciendo eco de lo que un algoritmo nos dice que es real.

La próxima vez que tengas hambre, vive ese sensación, pues probablemente el día de mañana ni siquiera puedas distinguir entre necesidad y programación.

 

Elisa Lozano de la Rosa